Primero debemos dejar toda la noche a remojo los anacardos y las semillas de sésamo y lino. Los ponemos en un bol con agua sin clorar y lo tapamos con un film de plástico. De esa manera activamos las enzimas de estos alimentos y hacemos mucho más asimilables sus proteínas.
Al día siguiente escurrimos todo bien bajo el grifo con la ayuda de un colador grande. Vertemos en una batidora de vaso y echamos un vaso y medio de agua no clorada junto al polvo de las cápsulas de probióticos.
Batimos hasta formar una crema homogénea. Los probióticos se encargarán de espesarlo y fermentarlo.Vertemos el contenido en frascos de cristal. Si se tiene yogurtera se siguen las indicaciones de ésta. Si no introducimos en el horno a 40º.
A partir de las 5 horas ya podemos probar ese yogurt. Si no está suficientemente espeso se pueden dejar más horas. Pero nunca más de 12 o se volvería demasiado ácido.
A partir de aquí se guardarán en la nevera. Después es cosa de vuestra imaginación crear yogures de diferentes sabores añadiendo diferentes frutas, mermeladas, especias como la canela, el cardamomo, o la vainilla, además de diferentes endulzantes. Para eso se trocean, muelen o pican los ingredientes a añadir y se los echáis al yogurt en el momento de tomarlo. Si lo batís junto con las frutas en la misma batidora se harán más líquidos y perderán la textura cremosa que tanto gusta.
Os recomiendo que añadais platano, pues es un excelente prebiótico y es el completo ideal para mantener sana nuestra flora intestinal.