En las últimas décadas, la comunidad científica ha explorado incansablemente opciones para prevenir y tratar el cáncer, una enfermedad que sigue siendo uno de los mayores retos de la medicina moderna. Entre los candidatos más estudiados está la aspirina, un medicamento cotidiano con un historial de más de un siglo como analgésico y antiinflamatorio. Más recientemente, la cúrcuma, específicamente su compuesto activo, la curcumina, ha emergido como una alternativa natural prometedora. Vamos a ver que dice la ciencia actual sobre el papel de la aspirina en el tratamiento del cáncer y veremos cómo la cúrcuma, tanto como condimento en tu cocina como en forma de suplemento, podría ofrecer beneficios similares.
Aspirina: Un Viejo Conocido con Nuevas Promesas
La aspirina (ácido acetilsalicílico) ha sido un pilar en la prevención de enfermedades cardiovasculares gracias a sus propiedades antitrombóticas. Sin embargo, su potencial en el cáncer ha captado la atención desde hace más de 50 años. Estudios recientes, como la revisión sistemática publicada en British Journal of Cancer (2023), analizaron 118 estudios observacionales que abarcan cerca de un millón de pacientes con 18 tipos de cáncer. Los resultados sugieren que el uso de aspirina tras el diagnóstico se asocia con una reducción aproximada del 20% en la mortalidad por todas las causas (HR 0.79; IC 95% 0.74-0.86). Este efecto se atribuye a su capacidad para inhibir las enzimas ciclooxigenasas (COX), reduciendo la inflamación y la proliferación celular, así como la metástasis y las complicaciones tromboembólicas en pacientes oncológicos.
Un estudio destacado en Journal of the American Medical Association (2016) encontró que el uso prolongado de aspirina reduce modestamente el riesgo de cánceres gastrointestinales, especialmente el colorrectal.
El artículo «Aspirin Prevents Metastasis by Limiting Platelet TXA2 Suppression of T Cell Immunity« (Yang et al., Nature, 2025) marca un hito al desentrañar un mecanismo clave por el cual la aspirina podría prevenir la metástasis, el proceso responsable del 90% de las muertes por cáncer.
Este estudio, liderado por investigadores de la Universidad de Cambridge, utilizó modelos de ratones con melanoma y encontró que la aspirina reduce la frecuencia de metástasis al actuar sobre las plaquetas, específicamente inhibiendo la producción de tromboxano A2 (TXA2). El TXA2, un factor de coagulación liberado por las plaquetas, suprime las células T, un componente crítico del sistema inmune que ataca las células cancerosas metastásicas. Al bloquear la enzima ciclooxigenasa-1 (COX-1) con aspirina, se reduce el TXA2, liberando a las células T de esta supresión y permitiéndoles reconocer y destruir las células cancerosas que intentan propagarse a pulmones y hígado.
Los resultados muestran que los ratones tratados con aspirina tuvieron una menor incidencia de metástasis en comparación con los controles, un efecto dependiente de la activación inmune mediada por células T. Este hallazgo no solo explica observaciones previas de que el uso de aspirina a dosis bajas (75-100 mg diarios) se asocia con una menor diseminación de cánceres como el de mama, colon y próstata, sino que también abre la puerta a su uso dirigido en pacientes con cáncer temprano para prevenir recaídas tras cirugías o tratamientos iniciales. Sin embargo, los autores advierten que la aspirina no está exenta de riesgos: en algunos pacientes puede causar sangrado gastrointestinal o cerebral, lo que subraya la necesidad de ensayos clínicos en humanos para validar estos hallazgos y definir poblaciones específicas que se beneficien.
Este estudio sugiere que la aspirina podría ser una herramienta económica y accesible en la inmunoterapia antimetastásica.
Sin embargo, no todo es positivo. La aspirina tiene riesgos, como el aumento de sangrado gastrointestinal (1.1 eventos por 1000 persona-años según un metaanálisis de 2011). Esto plantea una pregunta clave: ¿el beneficio oncológico justifica los riesgos? La respuesta depende del perfil de cada paciente, y los expertos coinciden en que se necesitan ensayos clínicos de largo plazo, como Add-Aspirin o ASPREE, para aclarar su papel definitivo, pero parece que la respuesta es SI.
Cúrcuma: El Oro de la Naturaleza
Frente a los riesgos de la aspirina, la cúrcuma ofrece una alternativa natural con un perfil de seguridad más favorable. Este condimento, derivado de la raíz de Curcuma longa, debe su poder a la curcumina, un polifenol con propiedades antioxidantes, antiinflamatorias y anticancerígenas. La ciencia ha demostrado que la curcumina actúa sobre múltiples vías celulares, inhibiendo la carcinogénesis, la angiogénesis y el crecimiento tumoral.
Un artículo de Frontiers in Oncology (2021) revisó la eficacia de nanopartículas de curcumina en modelos de cáncer de mama en ratones, mostrando una reducción significativa del volumen tumoral (hasta un 61% con ciertas formulaciones). Estudios clínicos, como uno publicado en BMC Cancer (2020), destacan que la curcumina mejora los resultados en cáncer colorrectal al reducir los niveles de prostaglandina E2 y el tamaño de pólipos, sin toxicidad notable. En cáncer de páncreas, se ha observado que disminuye la peroxidación lipídica y aumenta el glutatión, mientras que en cáncer de próstata, combinada con isoflavonas, reduce los niveles de PSA.
La curcumina también brilla como coadyuvante. En pacientes con cáncer de mama sometidos a radioterapia, un estudio de 2019 mostró que su uso oral redujo los síntomas cutáneos y mejoró la calidad de vida, aliviando el dolor sin interrumpir el tratamiento. Sin embargo, su gran desafío es la biodisponibilidad: se absorbe mal y se metaboliza rápidamente. Las formulaciones avanzadas, como liposomas o combinaciones con piperina (de la pimienta negra), están superando este obstáculo, como se ve en ensayos clínicos recientes (NCT03980509). El ensayo clínico NCT03072992 («Curcumin in Preventing Colorectal Cancer in Patients Undergoing Colorectal Endoscopy or Surgery»), iniciado en 2017 está evalúando la curcumina en pacientes con riesgo de cáncer colorrectal. Este estudio, realizado en el Huntsman Cancer Institute, administra 4 gramos diarios de curcumina durante 30 días antes de procedimientos endoscópicos o quirúrgicos. Los datos preliminares muestran una reducción en biomarcadores inflamatorios como la prostaglandina E2 y una disminución en el tamaño de pólipos precancerosos en un subgrupo de pacientes, sin toxicidad significativa. Esto sugiere que la curcumina podría actuar como un agente quimiopreventivo, inhibiendo la progresión de lesiones iniciales a tumores malignos. Esto es un dato brutal, pues la cúrcuma podría ayudarnos en la prevención del cáncer.
¿Aspirina o Cúrcuma frente al cáncer? Una Comparación Práctica
- Aspirina: Eficaz en reducir mortalidad y metástasis en ciertos cánceres (especialmente colorrectal), respaldada por décadas de datos. Sin embargo, su uso requiere supervisión médica por el riesgo de hemorragias.
- Cúrcuma como condimento: Añadirla a tus comidas (sopas, arroces, batidos) es una forma segura y deliciosa de aprovechar sus beneficios antiinflamatorios a largo plazo, aunque las dosis son bajas para efectos terapéuticos.
- Cúrcuma como suplemento: Ofrece concentraciones más altas de curcumina, con estudios que sugieren efectos antitumorales directos, y un perfil de efectos secundarios mínimo (náuseas o diarrea leve en dosis altas). Busca siempre formas liposomadas y con pimienta para mejorar la absorción
Reflexión Final. Cúrcuma, Aspirina y Cáncer
La aspirina es una herramienta valiosa en la lucha contra el cáncer.
La cúrcuma, ya sea espolvoreada en tu plato o tomada como suplemento, emerge como una opción complementaria o alternativa, especialmente para quienes buscan un enfoque natural o no toleran la aspirina.
La ciencia avanza, y ensayos en curso (como CAPP3 para aspirina o NCT03072992 para curcumina) son prometedores.
Mientras tanto, mi consejo como médico es simple: habla con tu especialista. Si estás considerando aspirina, evalúa tu riesgo personal de sangrado. Si optas por la cúrcuma, intégrala a tu dieta diaria y, para fines terapéuticos, busca suplementos de calidad con biodisponibilidad mejorada. El cáncer es un enemigo complejo, pero con aliados como estos, la esperanza sigue viva.
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